ADOLESCENTES: LOS GRANDES OLVIDADOS

“La esencia de los cambios cerebrales del adolescente, son la esencia de formas sanas de vivir a lo largo de la existencia.” D.Siegel.

La primera vez que tuve la ocasión de trabajar con adolescentes fue en el IES. Montes Orientales de Iznalloz (Granada), junto a Christine McArdle, Gema Miranda, Raúl Carmona y Luisa Castilla; directora y alumnos de la Escuela Internacional de yoga para niños Om Shree Om, la cual en la actualidad formo parte. Habíamos conformado un grupo de profesionales de yoga para trabajar con alumnos de diversidad funcional, adolescentes recién llegados de la primaria y adolescentes en riesgo de exclusión social. Ese proyecto hacía dos años que se había iniciado por las necesidades educativas y el contexto en el que se encontraba el centro. La gran mayoría de alumnado (80%) era de etnia gitana y representaba el segundo centro con más población gitana de toda la provincia de Granada.

En aquel entonces rondaba el año 2015 y yo llegaba de un viaje donde encontré la convicción clara de introducir el yoga en la educación, ya que a mí, al igual que a muchos, el yoga me cambió la vida y vi el enorme potencial que podía tener tanto a nivel social como educativo.

Desde el primer momento conecté con los adolescentes, me encantaron sus formas, sus desafíos y sus lenguajes indirectos. Me hacían conectar con mi adolescente y mi niño interior. Para mí eran un reto, pero el trabajo en conjunto también ayudaba aliviar y atender a todos durante las clases.

Muchos de ellos tenían contextos familiares y sociales realmente duros, y lo único que les aliviaba del estrés y la violencia que en muchos casos vivían en sus casas, era poderles ofrecer un espacio de bienestar y seguridad en las clases de yoga. En esos espacios podíamos conectar con ellos de corazón a corazón, entendiéndolos y guiándolos hacia otras formas de ver el mundo. Mis compañeros y yo en aquellos espacios que el centro y los docentes nos brindaban, teníamos la oportunidad de intentar cambiar los caminos de esos adolescentes y llevarles luz a sus vidas, o al menos intentarlo.

En aquel centro nos pasábamos todas las mañanas del martes pasando de una clase a otra con distintos perfiles de alumnos y diferentes historias personales que contar y atender. Aquel centro y todas las experiencias que tuve en él, hoy en día siguen teniendo una gran influencia en mi trabajo. En aquel momento estaba recién salido de mi adolescencia y entendía perfectamente aquellos adolescentes. Eran al igual que yo en su momento, los grandes olvidados de un sistema educativo que les seguía fallando año tras año. No había cambiado nada desde que dejara la secundaria. No existía corazón ni razón de estar en un lugar o en un sistema que no atendía sus necesidades humanas. Donde no eran escuchados y donde se estaba despreciando todo talento y potencial a cada minuto. La esencia del adolescente (adulto-esencia) y su curiosidad innata por la experimentación no se estaba cultivando.

A lo largo de todo este tiempo, desde entonces he tenido la suerte de poder desarrollar distintos proyectos con adolescentes tanto  en centros educativos como terapéuticos implementando el yoga para educar y la educación emocional. En la gran mayoría de casos siempre es lo mismo; adolescentes desempoderados, desmotivados y enfadados por estar, como lo dicen ellos “en una cárcel maestro”, y docentes desconectados de la realidad adolescente. La visión general que veo en padres, docentes y educadores, es que los adolescentes no son atendidos ni comprendidos debido al gran desconocimiento de su mundo y sus formas. El adolescente de hoy en día no es el mismo que hace cinco, diez o quince años atrás. Hoy en día los riesgos a los que están expuestos los adolescentes existen más que nunca en la historia: acceso a internet a los 7 años, 63% entre 9 y 16 años ya tiene móvil, maduración sexual antes (algunas chicas a veces antes de los 10 años), el 43% consume drogas, alcohol o tabaco, “bullying”, “vampiring”, relaciones sexuales sin protección, mayor grupo con causa de muerte evitable, etc.

No nos hemos parado a escuchar y valorar lo que tienen que aportar a la educación y a la sociedad. Ellos están ahí para hacernos recordar que como adultos aún estamos vivos y que en conjunto podemos hacer grandes cosas si los escuchamos y les damos un espacio para que lo hagan. Darles luz y consciencia en sus actos y en su vida les puede ayudar a transitar ese periodo tan fundamental para el desarrollo cerebral y la creación del futuro adulto; ayudarles hacer autoanálisis de su vida social y emocional, ayudarles para que desarrollen nuevas capacidades vitales para llevar vidas más felices y saludables, respetar la necesidad de novedad, innovación y creación de formas nuevas de hacer las cosas, incrementar la comprensión empática y la comunicación respetuosa, sacar su energía creativa, y sobretodo ayudarles a convertirse en la persona que tiene el potencial y la fuerza de ser lo que ellos quieran ser. Desarrollando y entendiendo sus formas de estar en el mundo, podremos ayudarles a dar lo mejor de ellos mismos y estaremos dando oportunidades aquellos que no las tienen o que no saben que las tienen, dando voz a esos grandes olvidados que son y que fuimos. 

Algunos puntos que tuvimos ocasión de redactar en otro proyecto con adolescentes se manifiestan y ejemplifican la realidad que en muchos centros viven nuestros adolescentes de hoy:

1.- No castigarnos en el recreo.

2.-Mandar menos deberes.

3.-Esto no es la mili.

4.-Estudiar y trabajar menos asignaturas.

5.-No poner todos los exámenes seguidos.

6.-Que se pueda beber agua aunque sea cuando estemos enfermos.

7.-Que nos pongan partes y pre-partes sin haber hecho nada.

8.-Que no nos puedan castigar sin recreo porque es el único tiempo que tenemos libre.

9.-No estar las seis horas metidas en esta cárcel.

10.-Más tiempo del que tenemos en el recreo.

11.-Más libertad.

12.-Tener dos recreos en las seis horas.

13.-Aprender jugando.

14.-Más excursiones porque solo tenemos una en tres meses.

15.-Esto es una cárcel.

16.-Trabajar menos horas.

17.-Respetar nuestros biorritmos.

18.-Manejar el tema de los deberes.

A TODOS LOS MAESTROS DE CORAZÓN DEL I.E.S. MONTES ORIENTALES Y A TODOS LOS ADOLESCENTES QUE ME ENCONTRÉ POR EL CAMINO.

GRACIAS

Víctor Martín (www.inspirarparaser.com)